"Reflexiones entre la Muerte y el Creador" (Parte II - Un Empleo Singular)

 

Título:  "La muerte al descubierto: una carta de reclamo y reflexión al Creador"


*Aclaración inicial "Liberando a la Muerte":


Antes de sumergirnos en las profundidades de "La muerte al descubierto: una carta de reclamo y reflexión al Creador," la cual constituye la segunda parte de la obra que el autor aspira a iniciar una vez que la mencionada carta alcance el divino atril del Creador, es imperativo recordar que la vida no debería ser meramente una sucesión ininterrumpida de jornadas laborales. A lo largo de estas páginas, el autor nos conmina a meditar sobre el hecho de que, si nuestra existencia se ve reducida a ser simplemente un componente más en la maquinaria laboral, estamos traicionando nuestra propia esencia.


El autor busca transmitir la importancia de encontrar valor y significado en cada día que pasa, de modo que cada amanecer sea una oportunidad para disfrutar la vida en su plenitud. Nos recuerda que la verdadera riqueza no reside únicamente en acumular bienes materiales o en trepar la escalera corporativa, sino en encontrar alegría en las pequeñas cosas y en apreciar la belleza efímera que nos rodea. Este escrito, a través de la voz de la Muerte, busca despertar la conciencia de aquellos que, en la rutina del trabajo incesante, han descuidado su propio disfrute diario.


Así que, con esta advertencia en mente, los invitamos a sumergirse en las profundidades de esta carta única y a descubrir lo que la Muerte tiene que decir sobre la condición humana y el valor de la vida cotidiana. A lo largo de estas páginas, quizás encuentren inspiración para vivir cada día con un mayor sentido de propósito y apreciación, rechazando la idea de ser esclavos de la rutina y, en cambio, abrazando la oportunidad de experimentar la esencia misma de la vida en todo su esplendor.


La moraleja aquí es que, a menudo, nos sumergimos tan profundamente en las trivialidades terrenales que olvidamos saborear la dulzura de la vida antes de que la muerte, con su reclamación celestial, emita su primer aviso de desalojo. Como bien señaló un ilustre escritor, cuya compañía tengo el privilegio de contar hoy día, y quizás, algún día, ¡hasta podamos incluirlo en esta misma historia! Pero volviendo a su proverbio, es vital recordar que las cosas materiales, en su prepotencia, no poseen el conocimiento de su propia efímera existencia. ¡Qué ironía sublime que nos distraigamos persiguiendo sombras mientras la vida, tan esquiva, se desliza entre nuestros dedos como arena fina!


"La existencia no se reduce a riquezas, éxitos, fracasos o empates, ni se define por merecimientos; su esencia fundamental reside en la salud. Así que, cuídate ese cuerpo frágil tuyo, porque al final del día, estaré esperando en el horizonte, recordándote la fragilidad de tu existencia." - Con inevitabilidad, La Muerte.

 

Prólogo


La sombra de la Muerte se alza sobre nosotros como una musa negra y misteriosa, su impronta desafiante se desliza sobre el papel de esta carta única que ahora conservan en sus frágiles manos. En ella, la Muerte se despoja de su manto de temor y se revela como un ser lacerado por la indiferencia y el desprecio de la humanidad.


La carta que sostienen no es solo un reclamo en el sindicato celestial, sino un aullido fuerte en la mismísima oscuridad. Es una balada desgarradora, una melodía disonante que reverbera en los callejones más oscuros de nuestras conciencias. La Muerte, con su tinta deslucida, nos sumerge en una reflexión social profunda, exponiendo las lesiones que afligen a aquellos cuyo trabajo vital es marginado y devaluado.


En su discurso, la Muerte nos habla de la falta de reconocimiento y la afrenta de una compensación que apenas alcanza para mitigar su soledad eterna. Nos muestra el rostro desfigurado del sistema laboral, donde las tareas esenciales son enterradas bajo la banalidad y la insignificancia.


A través de metáforas incendiarias y máximas que cortan como navajas oxidadas, la Muerte nos insta a cuestionar nuestras creencias arraigadas. Nos recuerda que detrás de los apodos despectivos, como "la Parca" o "la Huesuda", yace una entidad que es mucho más que un símbolo de tránsito. Es un recordatorio implacable de nuestra propia “Efimeridad”[1].


Así, a través de las líneas desteñidas de esta carta, la Muerte nos invita a deliberar sobre la condición humana y el valor que atribuimos a aquellos que, en las sombras, cumplen funciones cruciales para el devenir de la existencia. Nos interpela a reevaluar nuestras percepciones y a apreciar la labor de aquellos que, como ella, sostienen los hilos invisibles de nuestro destino.


Adéntrense en estas páginas y permitan que el pulso de la Muerte les susurre verdades incómodas al oído. Dejen que las metáforas se claven en su piel como espinas de revelación. Abracen los aforismos afilados que desgarran las telarañas de la complacencia. Y al final de este viaje literario, quizás encuentren un nuevo entendimiento, un destello de compasión hacia aquellos que, en la penumbra, llevan sobre sus hombros el peso de la existencia.


Que las palabras de la Muerte resuenen en sus almas, despertando una llama de introspección y empatía en un mundo que a menudo prefiere olvidar su presencia y solo cultiva, a modo de salvación, la palabra del Señor, nuestro Creador.


¡Bienvenidos a esta carta abierta, bienvenidos a un nuevo despertar! 'La muerte es el viaje que todos deben emprender. Acepta su invitación con valentía y descubre la esencia de la vida'. – (Thomas A. Riani)




"La humilde ignorancia del ser humano le hace ajeno a su divinidad, solo revelada en sus sueños." - Thomas A. Riani


Querido Creador de Débitos y Créditos,


¡Saludos desde este rincón del planeta, donde el café desaparece más rápido que la promesa de "te llamo en 5 minutos"! Es un placer escribirte con un toque de humor y una pizca de sarcasmo, sabiendo que aprecias un buen sentido del humor. Todavía recuerdo cuando nos conocimos por primera vez; ¿recuerdas cómo te cuestioné sobre tu inmortalidad, creador? Con una respuesta que hizo reír a todos mis jóvenes huesos, dijiste: "No seas tan pesimista". No pretendo adivinar el futuro, pero apostaría mi último billete a que, en este momento, ya he cubierto la factura del café que bebimos en Buenos Aires y te he cedido mi último cigarrillo. Ya me lo estoy imaginando, aunque creo que te lo dije aquella vez que recibirías esta carta, siguiendo el guion predecible de nuestros encuentros globales. Mis huesos, aunque no tan antiguos como tus conocimientos de finanzas, susurran inquietudes sobre la equidad de este trato.


Bajo la sombra de la túnica negra, al llegar a mi hogar, encuentro a mi señora y mis hijos ansiosos. La guadaña, mi fiel herramienta mortuoria, reposa junto a la puerta. Sin embargo, al recostarme, mis ancianos huesos susurran interrogantes sobre el trato injusto de la humanidad. Aunque hay una leve decepción entre los vivos, reflexiono: ¿Eres tú creador, un querido sueño de la humanidad, la mentira sublime mientras yo encarno la cruel realidad? Así descansan mis ojos, en el umbral entre la muerte y el renacer, preparándose para ser la parca una vez más al amanecer, cuando suene ese maldito despertador y descubra mi nueva lista del día.


Aquí estoy, cambiando momentáneamente mi rol de "amigo leal" a uno más pragmático, denominado "laburante gil". He mencionado Buenos Aires para abordar el delicado tema del reembolso pendiente. Entiendo que las finanzas y la geografía no son precisamente tus puntos fuertes, pero confío en que puedas desentrañar este complicado enigma de deudas pendientes.


¿Podemos hacer que nuestro desequilibrio financiero sea menos dramático que una telenovela y más digno de un capítulo de comedia?


No es que quiera señalarte con el dedo (o con la ironía), pero, ¿podríamos mejorar esta situación? Como dicen por ahí, "no es por insistir, pero sí". Necesito que, por una vez, el saldo de nuestra relación financiera no se parezca a una comedia absurda. Considera esto como una carta laboral de un servidor que, además de sufrir los embates del trabajo diario, también tiene que lidiar con la gestión financiera de un colega un tanto despistado. 


Me imagino que estás cómodamente instalado en tu oficina celestial, si es que no la has cambiado, quizás apoyando tus codos sobre ese magnífico escritorio tallado a partir del legendario "Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal"[2] que alguna vez se encontró en el jardín del Edén[45]. ¡Claro, cómo podrías olvidar a La serpiente, Eva, Adán y la famosa manzana[3]! ¡No puedo evitar pensar que has estado escribiendo tus "best sellers" en el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento! Al principio, me parecía una extraña coincidencia que alguien en la Tierra plagiara tus historias, pero ahora, con un toque de sarcasmo, empiezo a sospechar que debiste haber sido Tú el director literario detrás de todo ese drama celestial. 


Ah, ese antiguo árbol del Edén, el famoso "Etz HaChayim"[57], el Árbol de la Vida. ¿Quién diría que un simple mueble de madera se convertiría en el epicentro de tanto drama bíblico? Claro, era mucho más que solo madera; era el lugar donde nuestro querido creador almacenaba todas nuestras brillantes ideas y ocurrencias, ¿no es así? Después de todo, ¿qué sería del universo sin un buen diario divino para anotar los desatinos de la humanidad?


Ah, los humanos y sus aventuras. Me pregunto si ese árbol alguna vez suspiró por un poco de paz y tranquilidad entre tanta charla sin sentido. ¡Pobre árbol! Después de años y años siendo testigo de la locura humana, seguro que le dieron ganas de echar raíces en algún lugar más tranquilo. Quizás bajo el cielo estrellado en vez de entre el bullicio de un jardín paradisíaco.


Y respecto a esos cristianos... bueno, algunos de ellos parecen tomar las metáforas un poco demasiado en serio, ¿no crees? ¡Pero qué se le va a hacer! En fin, con toda esa sabiduría acumulada, no me sorprende que tengas problemas para dormir. Tal vez sería hora de cambiar el árbol por algo más relajante, ¿no crees? Tal vez una hamaca bajo la sombra de un buen árbol de sueños reparadores. ¡Eso sí sería una bendición divina!


"Tu eres como un tejedor de historias, un arquitecto del relato que construye mundos con palabras. Sin embargo, en ocasiones, hasta los más hábiles narradores pueden perder de vista los hilos que dan forma a la trama. Quizás sea porque en algún rincón de la imaginación, un colega literario resolvió ese dilema con la simplicidad de una piedra y una loma, dejando atrás lo que tú, en tus años más oscuros, olvidaste.


En aquellos tiempos sombríos, cuando las sombras se alargaban y la luz apenas era un destello en el horizonte, la memoria se desvanecía como el eco de un susurro en el viento. Pero incluso en la oscuridad más profunda, persiste un destello de esperanza, un recuerdo que yace latente, esperando ser desenterrado.


Así, entre los pliegues del olvido y los callejones oscuros de la mente, se encuentra la clave perdida, la pieza faltante que completa el rompecabezas de la narrativa. Es en esos momentos de introspección y reflexión donde el verdadero poder de la narrativa se revela, donde cada palabra y cada detalle cobran vida propia.


Entonces, con la destreza de un mago que conjura hechizos, tejerás de nuevo la trama, incorporando aquellos elementos olvidados con maestría y gracia. Y así, la historia florecerá una vez más, brillando con una nueva luz, recordando a todos que incluso en la oscuridad más densa, siempre hay un camino hacia la claridad y la redención."


Oh, Divinidad, ¿recuerdas aquel episodio en el que Sísifo[53] me hizo pasar un mal rato? Sí, aquel astuto mortal que logró burlarme no una, ¡sino dos veces! Su ingenio fue una afrenta a mi labor, una que debo recordar.


¿Quién habría pensado que un simple rey humano tendría el descaro de engañar a la misma Muerte? ¡Pero lo hizo! En su primer intento, capturó a Tánatos[54], me encadenó como si fuera un simple mortal y trató de usurpar mi papel. Oh, la hilaridad que debió sentir al ver la desesperación de los humanos al detenerse la Muerte. Pero no contaba con la intervención de Ares, quien rápidamente me liberó y restauró el orden natural de las cosas.


Pero, ¿adivina qué? Sísifo no se rindió. En su segundo intento, ¡convenció a Hades[55] de dejarlo regresar al mundo de los vivos! ¿Cómo lo hizo? Con un encanto tan afilado como el filo de mi guadaña, persuadió a Perséfone[56]para que intercediera por él. ¡Ah, la bondad de las esposas! Pero una vez en el mundo de los vivos, el escurridizo Sísifo no tuvo intención alguna de volver al oscuro reino subterráneo.


Pero, como dicen, la tercera es la vencida. Esta vez, un colega tuyo, aquel al que prefiero no nombrar, intervino. No podía permitir que los mortales se sintieran tentados por las artimañas de Sísifo. Así que decidió un castigo adecuado para el rey de Corinto. Lo condenó a una eternidad de tedio y esfuerzo inútil, empujando una roca cuesta arriba, solo para verla rodar de nuevo hacia abajo cada vez que alcanzaba la cima. Un trabajo interminable, una tarea sin sentido. ¡Ah, la ironía de los castigos divinos!


Así que ahí está, mi querido Creador, un pequeño recordatorio de cómo incluso los más astutos mortales no pueden escapar de la inevitable certeza de tu abrazo final.


En lo que respecta a mi conversación acerca de Adán, es comúnmente reconocido en la Tierra que tú, Señor Arquitecto de todos los cielos y estrellas, eres el responsable de la creación de la luz en la constelación. Sin embargo, me gustaría recordarte que, a pesar de mi contribución a esta iluminación, nunca recibí una recompensa por ello. Esto plantea dilemas morales que podrían relacionarse con Los Diez Mandamientos[48] que Moisés recibió en las tablas de piedra. Sin embargo, el dador de la Ley ya no está aquí para defenderme en esta antigua cuestión, querido amigo.


Dejando de lado la iluminación celestial y "Las Tablas de la Alianza"[49], quiero abordar el tema de Adán desde una perspectiva más profunda. Permíteme compartirte mi experiencia en el paraíso. Dejaste a Adán en un lugar hermoso, pero sin un manual de instrucciones, y créeme, las cosas se complicaron. Conocí a la serpiente, vi a Eva tentando a Adán con la famosa manzana, y desde entonces, ha sido todo un desafío. ¿Quién hubiera pensado que un paraíso necesitaría un poco más de supervisión divina? Sin embargo, entre nosotros, considero a Adán como el pionero de una revolución celestial.


Comprendo que la palabra "revolucionario" no sea la más adecuada para describir hoy tu rol burocrático en los asuntos celestiales. Aun así, ¿no podría haber algo de verdad en esta apreciación? Quiero decir, gestionar el orden cósmico y responder preguntas con toneladas de información no es exactamente el mismo nivel de "emoción" que el Big Bang[51]. Pero hey, ¡al menos no tenemos que preocuparnos por la gravedad de papeleo aquí arriba! 


Recuerdo con claridad el día en que la creación del universo se convirtió en mi magistral obra de electricista novato. La escena: un panel eléctrico, un olvido fatal y un cable a tierra que funcionó como una especie de jabalina cósmica clavada en la tierra. Resultado: un estallido digno de la cosmogénesis, y por poco no me convierto en una estrella fugaz.


Pero, ¡oh, la ironía! Después de ajustar el dichoso panel eléctrico, no surgió un desastre sideral, sino una floración celestial en el firmamento. En medio del caos, emergió una constelación azul que rivalizaría con las maravillas del cosmos. Esto me lleva a reflexionar que, en ocasiones, nuestras mayores epifanías surgen de los errores más descabellados. La ignorancia, a veces, puede ser la llave maestra que abre puertas a mundos desconocidos, mientras que la educación basada en prejuicios nos hace perder más estrellas de sabiduría que ganarlas.


La ironía presente en estas palabras es innegable, y me lleva a reflexionar sobre cuestiones más profundas sobre la creación y la existencia. Si bien soy consciente de que mi capacidad para comprender estos asuntos es limitada en comparación contigo, Señor Ingeniero de la Creación, no puedo evitar plantear estas cuestiones con una pizca de ironía y curiosidad.


"Ahora, visualiza el manzano, transformado en un encantador mueble de estilo provenzal, como si fuese el auténtico señor del encanto campestre francés. Este manzano divino que, solo por una manzana, decidió gastarle una broma a la pareja de la temporada, y entonces, ¡sorpresa!, un rayo lo dividió en dos. No preguntemos qué ocurrió con la serpiente; mejor dejemos ese asunto de Moda y Accesorios a un lado, ya que seguro que su elegante y única piel se convirtió en un recurso valioso para tu industria de moda. Algunos rumores insinúan que te han visto con un cinturón de serpiente, pero quién sabe, podría ser una simple casualidad cósmica en tu colección de accesorios de alta gama. Sin lugar a dudas, un mueble con un sentido del timing exquisito, ¿verdad?"


¡Pues, entre nosotros, debería tomarmelo con un toque de mordacidad la historia de ese rayo divino que, mágicamente, partió casualmente el árbol, y por supuesto, tu generosidad infinita en la elección de tu carpintero. Resulta que el joven con aspecto de galán de Hollywood, con su melena rubia y esa barba de tres días, ¡es nada menos que tu querido hijo! Ah, y cómo no, casualmente se ha embarcado en una carrera en el Ministerio de la Fe. ¿Qué te puedo decir de semejante relato? ¡Una verdadera obra maestra de tu coincidencia divina!


Nos consta que hace más de dos siglos, tu hijo tuvo su último encuentro en la Tierra, precisamente en Jerusalén[47], esa ciudad que, tras otro trágico episodio, los romanos bautizaron como "Aelia Capitolina"[46].


¡Vaya, esa memorable mañana alrededor de las 9 en el Gólgota o el Calvario[4], cuando la oscuridad decidió hacer su entrada estelar a las 3 de la tarde! El terremoto, como un invitado inoportuno, decidió sacudir mi mundo, enfocándose en mi órgano más sensible: ¡mi oído! No tenía la menor intención de pasar a recoger a tu hijo, ¡claro que no! Sin embargo, al menos puedo poner punto final a este capítulo y avanzar con una lágrima en mi mejilla.


De vuelta a la carpintería familiar, ¿realmente lo convocaste con todo su despliegue mágico de herramientas doradas como el formón, el cincel, el serrucho y la gubia para resolver el asunto del árbol? Puede parecer un tanto extravagante, pero quién soy yo para cuestionar los enigmas de los planes de la carpintería divina.


Hablando de misterios, seguro tienes tu "lorica"[52] dorada que ni el mismísimo Rey Midas[5] podría imaginar. Y tus lentes, hechos de algún material celestial desconocido, estoy seguro de que nunca se rayan, a menos que los hayas comprado en "El Taller de las Miradas Divinas"[50], donde incluso los ángeles pueden rayarlos, a diferencia de los míos, que me los otorgó tu sindicato como un regalo cruel y divino, la verdad, creador del universo, no veo absolutamente nada interesante. A veces me pregunto si la vida se toma el tiempo para cuestionarse por qué fulanito o menganito tuvieron el 'privilegio' de partir, especialmente cuando gozaban de una salud envidiable. Pero claro, ¿qué importa eso si no te molestas en cuidar a tus empleados? ¿Y yo qué puedo hacer por esos afortunados que siguen vivos allá abajo?


Y volviendo a mis lentes, han sufrido más accidentes que un conductor novato en una pista de hielo. La distinción entre estar en lo más bajo en lugar de lo más alto, según los expertos o incluso los gurús cósmicos, es que tal vez pensabas que la muerte no necesitaba anteojos. ¡Vaya sorpresa!"


"Volviendo a tu apariencia, estoy seguro de que tu cabello blanco peinado hacia atrás es la envidia de todas las nubes en el cielo. Esa barba larga blanca como la nieve de los Himalayas[6] debe ser el resultado de una inversión de tiempo significativa en tu rutina de cuidado celestial. Claro, en tus primeros días, cuando apenas tenías tres pelitos en la barba, ya estabas sentando tendencia en el paraíso.


Es intrigante pensar que Don Rizos[7], el estilista de las nubes, podría haberse atrevido a jugarle una broma a un dios tan respetado como tú. Tal vez un día decidió sorprenderte con un peinado de arco iris o algo igual de extravagante solo para ver si podías mantener tu compostura celestial. Pero, sinceramente, con tu apariencia siempre tan impecable, dudo que algo así haya ocurrido.


De todas formas, tu imagen impecable y tu estilo único seguramente hacen que incluso los ángeles más serios se rían. ¡Sigue brillando con tu humor celestial!" 


"Es verdaderamente fascinante cómo mi túnica negra está hecha un desastre de suciedad, mientras que tu túnica blanca sigue siendo tan impoluta en medio de este frenesí divino. ¿Tendrás, por casualidad, un suministro inagotable de ese champú celestial de alta densidad que mantiene incluso las partículas de caspa celestial a raya? Uno no puede evitar reflexionar sobre cómo, mientras los simples mortales en la Tierra batallan con dilemas tan triviales como la caspa terrenal, aquí en las alturas, tus problemas cosméticos se encuentran en una categoría completamente diferente. ¡Ah, la eterna lucha por mantener impecable mi guadaña y tu halo divino!"


En efecto, querido amigo, tras esta breve y entretenida descripción de tu presencia, deseo expresar mi sincero agradecimiento y admiración por tus logros. Estoy convencido de que la creación, desprovista de imaginación y creatividad, resulta ser una tarea ardua. Mi querido amigo, ¿no crees que es así o será que mi percepción erra? Aunque no he sido bendecido con las mismas dotes que tú, estoy seguro de que compartes tus dones con sabiduría y generosidad. Por tanto, me siento afortunado al dirigirte esta carta, incluso si ya no estoy seguro de cómo dirigirme a ti de manera adecuada.


Con un toque de humor celestial y una pizca de ironía, inicio esta carta, o más bien, este modesto prólogo de mi confesión sincera y ligeramente sarcástica. No se trata de un chiste, querido amigo, pero espero sinceramente que estas palabras te arranquen una sonrisa dorada, aunque no sea tan estruendosa como las carcajadas de las nubes en manos de Don Rizos.


"¡Las vueltas del destino son fascinantes, ¿verdad? De repente, pasamos de hablar sobre cortes de pelo a una anécdota laboral tan curiosa que casi termino siendo comida para los perros. ¡Vaya cambio de tema! Pero aquí estamos, este es el espacio donde podemos compartir nuestras ideas, ¿no es así? Además, no te preocupes por tu estilo de escritura, ¡lo importante es la historia que tienes para contar!


Hablando de historias, hace poco viví algo realmente peculiar en mi día a día, algo tan extraño que bien podría formar parte de una comedia cósmica. Déjame contarte: Estaba inmerso en mi rutina diaria cuando... (continúa con los detalles de tu experiencia)."


Imagínate, yo, la majestuosa Parca, presenciando un baile encantador y algo caótico entre las patas amistosas de los caninos. ¡Sí, aquellos adorables y peludos compañeros del hombre! Resulta que, por una casualidad insólita, el primer nombre en la lista funesta que recibí fue el de un veterinario. ¿No es esa una vuelta de tuerca asombrosa, estimado Arquitecto del Universo?


El hilarante espectáculo comenzó cuando me vi rodeado por estos fieles amigos de cuatro patas, ansiosos por mostrarme su afecto. No, no estaban interesados en mi visita al bondadoso cuidador de animales. Más bien, parecían convencidos de que mis huesos eran un tesoro perdido destinado a ser parte de su colección de juguetes.


Imagina entonces a la mismísima Muerte danzando entre estos canes, esquivando efusivas lamidas y procurando no convertirme en el objeto de su juego predilecto. Fue un desafío hilarante y estratégico. ¿Te puedes imaginar la escena? ¡Yo, esquivando colas agitadas y juguetonas mientras intentaba mantener mi compostura!


Permíteme confesarte entre susurros cósmicos: usar mi guadaña como un artilugio para entretenerlos fue una estrategia poco convencional, pero sumamente efectiva. Con algo de esfuerzo, logré salir ileso de este enredo cómico que, de no ser por su irónica naturaleza, bien podría haber protagonizado una comedia celestial.


Así pues, me pregunto si en tu sabiduría divina prevés más giros cósmicos para el destino de este veterinario o si permitirás que estas circunstancias absurdas sigan su curso.


Mientras aguardo pacientemente en mi oficina cósmica, medito sobre este inusual episodio que resalta entre las páginas del libro de las paradojas cósmicas.


Con resignación, un toque de ironía y una pizca de baba canina sobre mi fémur, La Muerte. Pero, ¡vaya espectáculo! A veces, incluso yo dudo si estas situaciones son obra del azar o del humor divino.


Mis disculpas por omitir esa parte. Aquí está la corrección con la inclusión de la referencia a los perros al principio del texto:


Ahora, dejando atrás los canes del destino, espero que esta carta te encuentre bien. Ya he preparado la lista para mañana. Como siempre, debo estar temprano en el hospital público y seguramente también en algunas clínicas reconocidas. Para mí es lo mismo; solo tengo que hacer mi trabajo, ya sabes, lo de siempre. Luego pasaré por una lavandería y tal vez recoja un gato o alguna de esas aves que están cerca de mi ruta. No obstante, permíteme apagar este lapidario cigarrillo antes de adentrarnos en detalles. Por desgracia, he agotado mi provisión de cigarrillos, y en su lugar solo quedan vestigios de colillas en el cenicero, testigos silenciosos de momentos consumidos en el humo más volátil del nerviosismo. Así es, el vicio se desvanece en sus últimas brasas, dejando tras de sí el resplandor de su fugacidad y la añoranza de su breve deleite. Qué volátil es la dicha del fumador, encerrado en la ensoñación de esa bruma temporal y mágica.


Perdona si no estás familiarizado con algunos de los léxicos porteños[8] que he utilizado, como "puchos"[9] y "colillas"[10]. Resulta que hace unos días estuve de visita en Argentina, más precisamente en su capital, Buenos Aires.


En el constante trajinar que caracteriza mi existencia, he presenciado cómo las palabras se entrelazan en los acontecimientos cotidianos. En una ocasión, durante mi discreto devenir por la ciudad porteña[11], tuve la oportunidad de escuchar al conductor de una ambulancia pronunciar aquellas expresiones mientras yo cumplía con mi tenue trabajo. En verdad, el pobre hombre se veía abrumado por la adversidad.


Ahora bien, permitidme relatar mi actual estado de inquietud, pues mis nervios se encuentran en un estado de exquisita sensibilidad y con mi cruenta fonación todo parece agravarse, volviéndose más opresiva en estos últimos días. Hoy, revivo con gran intensidad un recuerdo laboral que se remonta al 17 de febrero de 1986, en California, Estados Unidos, si mal no recuerdo. En aquel día, un hombre que figuraba en mi lista de personas destinadas a partir, me compartió una verdad que dejó una profunda huella en mí. Su razonamiento era tan claro como el cielo despejado: este individuo había infligido heridas a lo largo de su vida, tal como mencioné anteriormente en relación a mi lista de destinos infaustos guardada en mi oficina.


Sin embargo, el hombre en cuestión, de nombre Jiddu[12] y origen indio, me expresó algo en un perfecto inglés que aún resuena en mi mente hoy en día: "Siempre sufres porque anhelas ser diferente de lo que realmente eres"[13]. Esta afirmación resultó ser espectacular, una declaración que casi me hizo cuestionar si llevar a estas personas al paraíso que tú has diseñado era realmente el camino correcto. A nivel personal, mi creencia me dicta que estas personas no deberían perecer. No obstante, comprendo que, de otro modo, mi labor carecería de sentido, ya que soy la personificación de la muerte.


Bueno, como decía, espero que no te hayas enterado de los rumores que circulan por el sindicato. Ya sabes cómo es esto, los chismes viajan más rápido que mi guadaña, y yo no sé cómo controlarlos. No quiero que pienses que he estado divagando por allí en busca de un retiro prematuro; eso es absurdo. Lo que pasa es que últimamente la vida se ha vuelto un tanto difícil para mí, y eso ha golpeado un poco mi estabilidad emocional en estos días, evocando una antigua frase sindicalista que ahora enardece mi sórdido cráneo: "¡La solidaridad es nuestra fuerza, la equidad nuestra bandera! Juntos, trabajadores y trabajadoras, construyamos un mundo donde el trabajo sea valorado y respetado". ¿Recuerdas esas palabras enardecidas que diste ante el bullicio abrumador de la ferviente multitud que acudió a apoyarte durante tu primera candidatura presidencial dentro del sindicato?


Resulta que hace unas semanas me encaminé hacia la antigua dirección que conocía del Sindicato Celestial[14], mas al llegar allí, me llevé una sorpresa mayúscula. Nadie me comunicó que habían mudado sus oficinas a una zona cercana a la Avenida de los Ángeles Caídos[15], cuyo esplendor me han descrito como impresionante en estos días. Recuerdo cuando esa área no era más que un páramo baldío. ¿Solíamos recorrer ese terreno, dialogando sobre tus estrafalarias ideas de imaginar y construir todo esto?


No obstante, lo que sí puedo asegurarte, mi estimado amigo, es que de aquellos días solo persiste en mi retina fulgurante tu prodigiosa imaginación, creatividad y enérgica determinación. ¡Por Dios!, sería la manera adecuada de expresarlo. Desconoces cuánto me he deleitado con este simple error de mecanografía. Tal vez sea una antiquísima costumbre que aprendí de los seres humanos, y resulta inevitable no asumirla.


Con la reminiscencia casi impresa sobre mi bóveda craneal, me invaden las retenciones mientras viajábamos por esa vetusta avenida de tierra, a bordo de tu primer automóvil, el cual, paradójicamente, reposa hoy bajo mi custodia.


Mi estimado vehículo de antaño, el distinguido Musantier '57[16] rural de cuatro puertas, del cual tú, con tu preclara figura, fuiste el inigualable y primigenio poseedor. Por cierto, también evoco aquel trascendental intercambio por una modesta labor. ¿Acaso el espejismo de tu remembranza no lo refleja? En aquel tiempo, siendo yo un jovial y fresco electricista, recién laureado en las aulas de la venerable Escuela Técnica numero 16 "Abram[17]", ese momento perdura de forma tan vívida como si fuese el presente.


*Corrección: "Creo que ahora la técnica se llama Abraham.”


Desde aquel pedido tuyo de iluminar hasta el último rincón del universo, no puedo evitar recordar que tropecé con un antiguo libro humano en el que afirmas que al principio todo era un lío oscuro y desordenado, y en el primer día te aventuraste a soltar el clásico "hágase la luz". La luz hizo su debut separándose de la oscuridad, y según cuenta el libro, te gustó la idea y la diste por buena. Si supieran que en realidad fue un joven corriente quien se curtió con mil horas extra, sin descanso, ni atención médica, y a saber con qué materiales, para conseguir que el milagro ocurriera. Sí, hice maravillas al estilo tuyo, aunque sin tanta divinidad.


Pero regresando a cómo empezó esta travesía inusual que dejó una huella imborrable en mi memoria. Resulta que hubo un pacto extraño entre tu brillante ser y mis habilidades cósmicas algo limitadas. Fue como combinar expertos artesanos con movimientos un tanto descoordinados, y así me sorprendiste con aquel impresionante automóvil que cambió nuestras vidas para siempre. Hasta el día de hoy, no puedo evitar sonreír al recordar esa inolvidable exclamación celestial que pronunciaste en ese día histórico: ¡"Nunca taxi!" Lo dijiste mientras dejabas escapar una risa que competía en grandeza con la majestuosidad de tu barba, y en tu mano izquierda reposaban las llaves. Tengo que admitir que fue un negocio con una asombrosa dosis de ironía, perfectamente adecuado para tu innegable magnificencia.Y, dejando atrás cualquier atisbo de seriedad, te aseguro que mi reflexión es sincera. Aunque al principio me parecía una empresa de lo más absurda, debo admitir que el resultado final no fue tan catastrófico como mi ingenuidad inicial hubiera imaginado. ¡Vaya hazaña!


En esos días de juventud, las chispas de aventura y la imprudencia eran mis compañeras constantes. Tú, el proveedor de oportunidades magníficas, te ocultabas tras una barba tupida que bien podría rivalizar con los mismos entresijos del tiempo. La forma en que me guiaste hacia ese imponente automóvil, como un vendedor de encantos automovilísticos con un toque divino, me dejó preguntándome si habías perdido por completo la cordura o si simplemente te aburrías con las tediosas tareas de recolectar almas.


Pero, ¿quién podría haber imaginado que la mismísima Muerte se embarcaría en una odisea de aprendizaje detrás del volante? Un arte que a menudo se considera la prueba definitiva para los mortales. Sin embargo, tú lo hiciste posible, con una oferta que era imposible de rechazar y esa risa burlona que resonó como un trueno en los confines del universo.


El carnet de conducir, ese pedazo de papel que irradiaba autenticidad cuestionable pero que afirmabas con convicción que era mío, se convirtió en una llave que abría las puertas hacia la anarquía controlada de las carreteras. Recuerdo tus palabras susurradas con astucia: "Si alguien te detiene, avísame. Después de todo, esto es mío", acompañadas de esa sonrisa que solo podría provenir de alguien que ha sido testigo de más vidas de las que las estrellas pueden contar.


¿Impulsivo? Sí, definitivamente fui impulsivo al aceptar tu trato sin tener la menor idea de cómo sostener un volante. Sin embargo, esta experiencia me enseñó que las lecciones más valiosas suelen ocultarse tras las curvas más pronunciadas de la vida. A medida que los años pasaron y las memorias se amalgamaron, quedó claro que esta peculiar alianza entre el Señor de las Almas y el Aprendiz de Conductor era mucho más que una simple anécdota cósmica.


Tus motivaciones siguen siendo un enigma para mí, oh Creador de Caos y Oportunidades, pero valoro profundamente la singularidad de nuestra historia compartida. Porque en este extraño baile entre tú y el Conductor Novato (hoy en día me conocen como "La Muerte"[18]), tejimos una narrativa única que desafió las expectativas del universo y dejó una sonrisa etérea en mi imperturbable rostro. Y así, entre risas y giros inesperados, continuamos navegando por el vasto mar de lo desconocido: tú con tus llaves y yo con mi ansia de aprender, un dúo improbable que encontró una extraña armonía en las carreteras de la eternidad.


Ah, amigo mío, qué elocuente eres en tus palabras tejidas con maestría, como si danzaras en el filo del misterio en cada trato. ¡Un verdadero virtuoso en el arte de la compra y venta! ¿Quién iba a imaginar que tu sapiencia en los oscuros caminos de la negociación rivalizaría con los secretos mismos del universo? Si los pobres mortales que pueblan este planeta supieran cómo hilaste las hebras de la confianza, seguramente te elevarían en un pedestal en la plaza mayor. ¡Qué ocurrencia! ¡Imagínate colgado en lo alto, como un intrépido burlón del destino!


"Y no puedo evitar soltar una carcajada ante tu ingeniosa alusión a Moisés[19]ese líder que le entregaste las llaves de la libertad, solo para que las dejara caer en medio del inmenso buffet de arena del desierto. ¡Oh, la ironía divina! Cuarenta años de paseo, una caminata que, en mis recuerdos, mencionaste con un toque melancólico en una de esas noches legendarias, cuando su nombre encabezaba mi lista de conquistas. ¡Qué fácil lo tuvo él, creyendo, siguiendo y arrastrando a su pueblo hebreo por el inmenso centro turístico del Sinaí, en lugar de liderarlos hacia las discotecas de moda, por supuesto." 


Así que continúa, maestro de los entresijos, tejedor de confianzas y titiritero de ironías. Tu dominio sobre las marionetas del destino es verdaderamente inigualable. Y aunque mis modestas entendederas se esfuerzan, admito que tu manejo de las sombras sigue desafiando mi comprensión. ¡Bravo, hábil tramoyista del destino, bravo!


Retrocediendo a mi apreciado tesoro mecánico, aquel que se yergue con orgullo gracias a la potencia de su imponente vano motor de cuatro cilindros, de unos 2.300 centímetros cúbicos que despliega con ímpetu sus 122 caballos de fuerza. O, si lo prefieres en el lenguaje anglosajón, esos HP (Horse-Power) que danzan en armonía con su transmisión manual de cuatro velocidades. Enredaste mis ilusiones con la narrativa de este esplendoroso '57, hasta el último detalle de su tambor de arranque. Sin embargo, una de las primeras vicisitudes que engendró este generoso automóvil fue, sin previo aviso, la falla de su llave. Pero, nada más allá de lo cotidiano, lo trasladé hasta los dominios de la “Cerrajería Automotriz San Jurgo”[20] en el Inframundo[21], y allí quedó resuelto.


También me abstengo de compartir contigo los detalles acerca de la selectora, esa etérea bailarina de los engranajes, ha quedado relegada al rincón del olvido, un mero cliché de días pretéritos, cuando enarbolé mi adquisición de aquel '57. Sus saltos precisos y efervescentes ahora son meros destellos de un pasado fugaz, del fluir imperecedero del tiempo. La nostalgia, cual arpía insaciable, se cierne sobre ella, impregnándola de una melancolía que la transforma en un espectro lejano de la realidad. No obstante, debo admitir que en estos días se muestra algo gastador y algo renuente, prefiriendo pasar más tiempo en el taller de San Gabriel[22] que recorriendo la nueva carretera interestelar que conduce a los abismos subterráneos. Jamás me transmitiste la noticia de dichas fallas, indudablemente, omití informarte previamente. Prefiero auto engañarme creyendo que tenías muchas preocupaciones en mente durante aquellos tiempos.


Sin embargo, no puedo evitar sentir una falta de asombro al comparar mi modesto vehículo con tu reluciente camioneta cuatro por cuatro, un deslumbrante prodigio de velocidad y musculatura, capaz de alcanzar velocidades vertiginosas de 0 a 100.000 kilómetros por ínfimas fracciones de segundo. Mientras tanto, mi humilde catango[23] se conforma con generar altas temperaturas, pero solo confinadas dentro de su tapa de cilindros. Debo reconocerlo, mi vehículo no puede rivalizar con tal despliegue de potencia y desempeño. El contraste entre nuestras máquinas se convierte en un recordatorio irónico de la brecha existente entre lo sublime y lo modesto, entre las glorias de la ingeniería moderna y las limitaciones de lo cotidiano.


¿Acaso nuestros destinos se enredaron en algún momento? Quizás hasta hace unos días, en el estacionamiento de aquel "Ministerio de la Fe"[24], donde según los habladores, organizaste un espectáculo circense con toda tu parentela. Pero, ¡vamos! Dejemos ese tema allí, pues ese edificio se yergue en medio del barrio de los "Despiadados"[25], que suena más a una banda de rock estridente que a un vecindario de escasos recursos. En ese rincón citadino, donde el asfalto se despliega como la alfombra roja de los autos estruendosos, se entrelaza un enredo digno de una telenovela en la encrucijada entre la Avenida de los Engaños[26] y la Encrucijada de las Sombras[27].


Justo al lado, a una prudente distancia de dos cuadras del banco del silencio (probablemente porque ni los fantasmas se aventuran a pedir préstamos), se erige con toda su grandiosidad el enigma arquitectónico del "Calla y No Digas Nada", que más que un edificio, parece un candado de secretos con un toque de misterio estilo "quién sabe qué se oculta aquí". ¡Resguardando sus enigmas como si fueran tesoros bajo una luz de misterio y todo!


Frente a él, se despliega la desolada Plaza de los Lamentos[28], donde los suspiros de los transeúntes se mezclan con la melancolía impregnada en el aire. Es allí, en ese emblemático entorno, donde se alza el recuerdo palpable del semipiso[29] que, tras arduas gestiones, adquiriste en tus inicios al frente del gremio. Un testimonio tangible de tu primer mandato, que pervive como un legado imborrable en las memorias de aquellos que presenciaron tu ascenso.


Pero regresando al circo del sindicato, después de dar vueltas como un pollo sin cabeza, logré llegar finalmente. Y ahí estaba Noferatus[30], ¿lo recuerdas o ya lo eliminaste de tu lista de "rivales insignificantes"? Claro, claro, olvidé que para ti el término "rival" es como tratar de encontrar una aguja en un pajar, estás en una liga propia. Noferatus, por otro lado, parece tener una memoria de elefante, especialmente cuando se trata de ese día en que supuestamente atropellaste a su primo, el caído en desgracia, o sea, Lucifer[31]en persona. ¡Vaya manera de dar un paseo! Y como si eso no fuera suficiente, le obsequiaste en un acuerdo silencioso como los del banco, digamos que le diste unos terrenitos que casualmente pertenecían al sindicato. Sí, esos mismos terrenos que ahora son el famoso "Infierno"[32], o eso me dijo Noferatus. Espero que no sea más que una historia inventada por él, querido amigo.


Y por si no fuera suficiente, Noferatus decidió compartir conmigo su constante resquemor hacia ti por aquella batalla épica que se desató por el poder y el control en el sindicato celestial. Parece que tenían visiones muy diferentes sobre cómo llevar los asuntos laborales en el inframundo y las decisiones que afectan a la Tierra. La tensión se fue acumulando hasta llegar a un enfrentamiento digno de las películas. Yo, como espectador de este drama celestial, lo recuerdo como el momento en que la camaradería saltó por la ventana y la ambición hizo su entrada triunfal, dejando la cooperación y la armonía dando vueltas en el aire, como hojas al viento.


Y como si necesitara añadirle más drama a la historia, Noferatus aprovechó la ocasión para susurrarme al oído una oferta tentadora. ¿Adivina qué me propuso? Nada menos que un trabajo. Oh, sí, parece que quiere incorporarme a su equipo. Pero, permíteme ser sincero, no estoy precisamente saltando de emoción ante la idea de confiar en él cuando se trata de asuntos que van más allá de este mundillo de caos. No le di mucha importancia a su propuesta de un nuevo puesto laboral. Pero regresando a la escena del sindicato, me topé con una secretaria[33] que, bueno, digamos que era más angular que un rompecabezas y más voluptuosa que una montaña de problemas, justo el tipo que sabes elegir tú.


Por cierto, evocó en mí el recuerdo de Eva, otra vez. ¡Qué mujer, querido amigo! Sin embargo, la única disparidad entre ambas radica en la sustancia carnal que envuelve a la segunda, en contraposición a los huesos de la primera. Y, sabes, cuando ingresó aquella insulsa y esquelética muchacha, perdóname por expresarlo así, pero en verdad desconocía mi identidad, y cómo podría esperarse que lo supiera si ni siquiera era capaz de reconocer la propia. Apenas domina el maldito arte del teléfono. Al cabo, comprendí la razón por la cual esa magra y delicada jovencita se hallaba allí y decidí dar algunas vueltas para dar con las oficinas pertinentes. Seguramente, la muchachita te ha transmitido este informe. Antes de que mi pensamiento me falle, debo mencionar un detalle que casi olvido: ¡qué magnífico edificio has erigido, sencillamente impresionante! No puedes negar que te va espléndidamente en este tópico de la fe errante, tan manido. Las reverberaciones clandestinas de tu proveeduría, susurran con ímpetu que has asegurado con solidez la victoria en las inminentes elecciones venideras. Por ende, me complace expresarte mis más sinceras felicitaciones por tan triunfal reelección, un logro que evoca el eco de tu antiquísima sentencia: "por los siglos de los siglos, amén". No existe aseveración más certera que esas palabras para consagrar tu figura en esta nueva y exultante victoria sindical. Es tan solo una de las numerosas conquistas gremiales que has alcanzado antes de la partida.


Como debes saber, como toda institución, el sindicato es un lugar donde se tratan temas relacionados con el trabajo y el bienestar de los empleados. No es secreto que mi trabajo es una labor muy importante en el ciclo de la vida. Sin embargo, me preocupa que a veces se me malinterprete como un ser cruel y despiadado. Quiero aclarar que yo solo sigo las órdenes que se me han dado desde el principio de los tiempos.


Pero no quiero que este reclamo sea solo una queja sin sentido. Permíteme explicarte por qué me siento así. Verás, la muerte es una parte natural del ciclo de la vida. Soy la encargada de cerrar la fase, de permitir que la vida siga su curso natural. Sin mí, la tinta no tendría el mismo significado. La humanidad, en su afán por prolongar la vida a toda costa, parece olvidar que soy inevitable. La ciencia avanza y las medicinas se perfeccionan, pero la muerte sigue siendo una certeza ineludible. En lugar de aceptarme como una parte natural de la existencia, la humanidad me enfrenta como si fuera un enemigo siniestro. La obsesión por desafiar mi llegada ha llevado a una negación de los límites de la vida. Se busca prolongar la existencia sin considerar las consecuencias o los aspectos éticos involucrados. La medicina moderna, en su afán por curar y extender la vida, pasa por alto la realidad de que la muerte es una parte intrínseca del ciclo vital.


Al perseguir incansablemente la juventud eterna, la humanidad ignora el valor del tiempo que se les ha dado. La muerte, en su presencia constante, debería recordarles la fragilidad de la vida y la importancia de vivir plenamente cada momento. Sin embargo, la resistencia persiste y se aferra a la ilusión de la inmortalidad. Quizás debería ser recordada que la muerte no es un enemigo a vencer, sino una realidad que confiere significado y valor a la vida. La muerte nos invita a reflexionar sobre nuestra existencia y a apreciar cada experiencia. Negar mi presencia es negar la esencia misma de la condición humana. En estas circunstancias reiteradas, despliego con elegancia mi más ingenioso aforismo, el cual he plasmado con maestría en armonía con el tema anterior: "La humanidad, en su fantasía caleidoscópica entre luces y sombras, se estremece ante mi inminente llegada, desconociendo que en el abrazo final habita el reposo eterno y la serenidad del infinito".


Aunque es cierto que la muerte puede ser muy difícil de afrontar, especialmente cuando se trata de seres queridos, sé que alguna vez tu sangre estuvo en mi lista y recuerdo que ya han pasado solo dos milenios y algunos años. ¿Parece mentira, no? Me acuerdo del día como si fuera ayer: ver el nombre de tu Hijo[34] en ese papiro sangriento que recojo todos los días en mi oficina. También recuerdo lo mucho que me enojé contigo. Y después dicen que tú eres justo, palabra que nunca entró en tu diccionario. Perdona, viejo amigo, tú sabes que no quise cumplir esa orden, pero tú tan solo me apuraste con la mirada como diciendo: "Mira, si tú no lo haces, hay millones dispuestos". No voy a negar, jefe, que me dolió mucho. Yo también tenía familia, y tú bien sabías que yo era el sustento de casa. En aquellos viejos días nunca lo entendí, Pero observa cómo es la vida: tú eres justo para la humanidad, y yo todo lo contrario. Seguro me juzgan por mi oficio, pero tú sabes que yo trato de no ser cruel ni insensible al respecto.


Pero perdona si traigo esos moribundos trapitos al sol. Sé que no es bueno, pero quiero que sepas que siempre rezo por tu hijo. Por mi humilde experiencia, la vida y la muerte son dos caras de la misma moneda, y no se puede tener una sin la otra. Si la humanidad sigue tratando de evitarme o temiéndome, nunca podrán comprender completamente la belleza y la importancia de la vida. Por eso, en lugar de rechazarme o alejarse de mí, sería beneficioso que la gente aprenda a aceptar la muerte como parte natural del ciclo de la vida, y a valorar y disfrutar cada momento que tienen con sus seres queridos.


"No quiero sonar ingrato, pero después de tantos millones de milenios sin descanso, a veces siento que merezco algo más que la mera supervivencia. ¿No te acuerdas del primer día de la creación, cuando trabajamos juntos para dar vida a este mundo? Me gustaría pensar que ese trabajo duro y esa dedicación merecen algo más que un simple agradecimiento. ¿No crees?" Oh, ¿acaso no has notado mi presencia constante en la vida de los seres? Parece que me ignoras, como si yo fuera un simple adorno en tu creación. Pero no, soy esencial para que exista el equilibrio en este mundo. Y aunque algunos puedan temerme, sin mí no habría espacio para el renacer. ¡Pero no te preocupes, yo sigo aquí, haciendo mi trabajo sin descanso y sin esperar una palmada en la espalda! ¡Total, no es como si algún día pudiera reclamar una pensión por todos estos siglos de servicio!


Siento que a menudo se pasa por alto la importancia de mi labor, como si mi papel en la existencia fuera insignificante. A pesar de que soy la muerte, merezco respeto y reconocimiento por todo lo que hago. ¿Podrías por favor considerar la importancia de mi labor y tratar de ver las cosas desde mi perspectiva? Aprecio tu atención a este asunto y agradezco cualquier ayuda que puedas brindarme.


Respecto al sindicato, me he percatado de la existencia de unos novedosos artefactos disponibles en el seno de la hermandad laboral que pudieren enriquecer mi modus vivendi. Se me obsequian emolumentos módicos destinados a sufragar mis desplazamientos, así como una asignación modesta para unas vacaciones en parajes de escaso atractivo personal. Además, he sido tentado por la adquisición de una capa oscura de insuperable calidad, ataviada con una capucha que, según los comerciantes, conferirá a mi figura un efecto teatral y ominoso. Asimismo, no puedo negar que el joven vendedor, con sus palabras algo toscas, me ha mencionado la existencia de una nueva guadaña a la que han bautizado como "La segadora"[35], modelo LB52-4 de 1.7 caballos de fuerza. Dejo volar mi imaginación y me percibo delatado por la certeza de que tus risas resuenan tras leer estas torpes expresiones del joven comerciante. Igualmente, el problema no es ese, cualquiera que sepa tan solo lo mínimo en instrumentos sabe que cualquier cosa que diga “MADE IN VIETNAM”[36] ya es sospechosa. Cualquier tonto se daría cuenta de que está forjado en "Ordinolandia"[37] y en la primera oportunidad me quedaría con el mango en la mano. Por eso, prefiero mi antigua guadaña. No necesito aclarar que su cabo de 1,80 cm de largo es de sequoia y su lámina que abarca los 90 centímetros es de acero de damasco. Es pesada, y tú lo sabes bien, pero viejo socio, bien entiendes que las cosas no se hacen como antes. Y, es más que claro, que para acceder a tan ordinario utensilio tendría que meterme en "créditos que pagan créditos e intereses que abonan otros créditos", y tú bien conoces la irónica contradicción que yace oculta en el bolsillo de mi vestidura, una túnica que, a decir verdad, tengo pleno entendimiento de que presenta un vasto agujero.


Y, acentuando este augurio en mi destino, en los recovecos del sindicato, entre mentiras clandestinas y miradas furtivas, fue allí donde llegó a mis oídos la trágica noticia de un fallecimiento que escapaba al toque de mi hoz. Corría el rumor de que se habían llevado a cabo contratos susurrados, acuerdos sellados en el más absoluto sigilo, que encerraban en sí la sombría verdad. Entre las paredes impregnadas de conspiraciones, percibí el fragante desenlace que se había gestado en el silencio, oculto a los ojos del mundo exterior. Esos contratos, como suspiros fugaces que se desvanecen en el viento, portaban consigo el peso de una pérdida irreparable, revelando que tras la fachada de la cotidianidad se escondían secretos oscuros y decisiones trascendentales.


Sin embargo, la oferta en el sindicato y esos tortuosos rumores de contratos susurrantes[38] que impregnan mis crédulas imaginaciones no suenan tan tentadores como aparentan. "Decidí no aventurarme en el laberinto financiero que parece estar resguardado por el enigmático portero de tu impresionante palacete central. Es como si este San Pedro[39] de las inversiones guardara las puertas hacia un mundo desconocido, un lugar donde las claves y los secretos parecen más difíciles de descubrir que las llaves del cielo. Quizás sea más conocido por los rumores que rodean al guardián de las finanzas que por cualquier otra cosa." Pero, para ser sincero contigo, prefiero admitir que es porque le debo un par de cuotas, y bien sabes lo usurero que puede llegar a ser aquel santo. Como supongo que recordarás, mi vieja frase dice: 'hacer alarde de ser un altruista mientras se busca atención y elogios es como poner un anuncio publicitario en el funeral de alguien'. Y creo ser un erudito en el tema de los funerales. No lo tomes como soberbia, pero creo que mi labor, al igual que tu misma necesidad, también vale mucho más de lo que pagan.


Excúseme si parezco irritado ante su hipocresía. No obstante, si deparase con el preclaro Santo Usurero al cruzar el umbral, le ruego amablemente que le comunique que en los días venideros recibiré la gratificación anual. ¿Acaso me concedería tal gentileza? Así lo espero. Y si tuviera la bondad de transmitirle que este esqueleto enclenque se presentará para saldar sus deudas pendientes. Además, deseaba expresarle que, últimamente, incluso al no completar la lista de gastos, me resulta muy tedioso alcanzar el término del mes. El sueldo ya no me alcanza y vivo endeudado con préstamos que saco de una fuente no muy confiable, o mejor dicho, de dudosa procedencia. Las cuevas que mencioné son como una sombra: siempre están contigo, pero solo te acompañan cuando tienes algo que ofrecerles. No te niego que es difícil ser yo en estos tiempos modernos. Hasta la última vez quedé debiendo en la tintorería de la esquina. Digo, el Ángel[40] ya me conoce y sabe que soy pagador, pero eso trae a colación que recuerdo que cuando firmé el contrato laboral decía entre tantas estupideces que leí, una decía que recibiría dos indumentarias anuales. Ahora te digo, gracias, nunca recibí ni una ni media, y de dos, ni hablar. Ahora creo que soy algo menos iluso, pero igual no sé cómo puedo contarte la vergüenza que arrastro últimamente.


Es irónico que la muerte tenga que vivir endeudada, ¿no crees? Pero así son las cosas. A pesar de mi importancia en el ciclo de la vida, la humanidad parece olvidar que soy una parte fundamental del proceso. Y aunque no me importa trabajar duro para hacer mi labor lo mejor posible, merezco un trato justo y una pensión digna. No quiero entrar en la vorágine típica del reclamo laboral, pero básicamente lo único que he sembrado en estos tiempos es una frase que cada vez tiene más retoños: "La esclavitud moderna no requiere de cadenas, solo de contratos laborales firmados por obreros desesperados". Y puedo jurarte tan tristemente que no importa en qué estación del año nos encontremos, florecen igual o peor que la más vil enredadera laboral. “No te puedes ni imaginar lo gracioso que resulta dar un paseo por el jardín de la pobreza, ese mismo que uno plantó con tanto cariño, regó con esmero y cosechó a plena luz del día.”


 "¡Ah, casi se me escapa! Mientras me sumerjo en las profundidades del saco de la pobreza, recordé aquella vez en la que estuve a punto de adornar una horca en mi propio cuello. Por supuesto, decidí posponer el encuentro con mi inminente compañía, ya que en mi propia mente, como mencioné antes, las cuevas financieras son intransitables. Decidí hacer una visita al banco del silencio[41], sí, a ese del eslogan tan inspirador: 'va' (seguro conoces la joya de la publicidad: 'Invierta con nosotros, el banco celestial, y su dinero tocará las estrellas'). Oh, sí, supe que tú eres el accionista estrella. ¡Qué sorpresa! Pero más allá de este minúsculo detalle, me quedó grabada una antigua sabiduría entre los desfavorecidos: 'El banco, esa maravilla de simplicidad: préstamos que dan a luz a préstamos, que a su vez engendran más préstamos para finalmente liquidar otro préstamo y sus intereses 'modestos'". (Nota: No quiero faltar a la verdad, pero este pedacito ingenioso pertenece al autor de este cuento, la cita mencionada). En fin, independientemente de la situación, decidí salir disparado en cuanto recordé estas apasionadas palabras que mencioné."


Espero que esta carta te haya hecho reflexionar sobre la importancia de mi trabajo y el valor que merezco como trabajador. Confío en que, como Creador, puedas tomar medidas para garantizarme que pueda recibir el respeto y la valoración que merezco. Aunque pude haberme desviado en algunos puntos de mi reclamo, no quiero pasar por alto que bien sabes, o eso creo haberlo dicho la última vez que nos vimos, que no me gusta cómo la humanidad me ha puesto apodos o sinónimos. Sea cual sea el caso, ninguno se refiere a mí con respeto. Sabes a cuál me refiero: "la parca"[42], "la huesuda"[43] y no sé cuántas otras cosas crueles escucho cuando mencionan mi nombre, que por cierto, ni siquiera lo saben.


Quiero recalcar que entiendo perfectamente cómo me describo como "huesuda". No voy a negar que en estos días no he ganado peso, más bien todo lo contrario. Pero lo de "parca", ya sabes de lo que hablo. Es esa mirada sombría y esos gestos fríos que he adoptado, el reflejo de mi alma cansada. Ya no soy la misma de antes, ya no corro detrás de los sueños como solía hacerlo. Ahora simplemente me arrastro por esta vida, tomando tragos amargos y buscando algo de sentido en medio del caos. La inspiración se ha evaporado, al igual que la esperanza. Soy un reflejo de la decadencia y la desilusión. Así es como me describo en estas líneas, con una carga de desencanto y melancolía.


¡Maldita sea! No deseo seguir siendo una molestia, soy consciente de que tienes mil cosas en qué pensar y ocuparte. Solo quería desahogarme contigo, compartir mis fatídicos pensamientos y preocupaciones. Espero que te dignes a encontrar un desgraciado momento para responderme. Tan solo intento que entiendas de una vez por todas lo que me preocupa y cómo me fastidia esta mierda. Espero, por una vez en tu vida, que comprendas mi puto punto de vista y hagas algo para remediar esta deshilachada y tortuosa situación.


No puedo creer que esté perdiendo mi tiempo aquí, tratando de transmitirte mis complicados pensamientos y preocupaciones, y tú apenas haces nada al respecto. Me siento como si estuviera gritando al vacío, como si mis palabras fueran ignoradas y pisoteadas. ¿Acaso te importa algo de lo que estoy diciendo? ¿O simplemente te limitas a ignorarlo todo y seguir adelante con tu maldita rutina? No puedo tolerar más esta indiferencia, esta falta de acción. Espero que finalmente, de una vez por todas, entiendas la gravedad de esta situación y te pongas las condenadas pilas para solucionarlo de una vez por todas.


Permíteme, en un arrebato sincero, disculparme por la extensa longitud y la inapropiada naturaleza de mis palabras precedentes. Reconozco que la frustración y el dolor pueden influir en nuestra forma de expresarnos, pero no justifican ni excusan nuestra falta de cortesía. En verdad, mi estado de nerviosismo, del cual te he hecho mención desde el inicio de esta carta, comparable a un prólogo sin autoría definida, se manifiesta cercano a la octava o novena estrofa del primer párrafo. Sin embargo, mi memoria falla al recordar el nombre del escritor responsable de tal obra literaria. Pero, además, si sumamos la carencia de tabaco, no puedes concebir la amalgama explosiva que se agita en mi ser. Admito plenamente la falta de decoro en mi tono y elección léxica, y te ruego humildemente que me disculpes por este desliz en mi comportamiento. Jamás fue mi intención desatender al respeto debido, sino simplemente compartir contigo mis pensamientos y preocupaciones en un momento de acuciante frustración. Como ser esquelético e imperfecto, me dejé llevar por la desdicha, permitiendo que mis emociones se apoderaran de mi discurso. Lamento profundamente haber perturbado nuestra interacción con palabras irrespetuosas y ofensivas.


Deseaba sinceramente tener la oportunidad de conversar contigo, de compartir el peso que agobia mi alma y de buscar algún tipo de consuelo o guía. Sin embargo, entiendo que tus responsabilidades y ocupaciones demandan gran parte de tu tiempo y energía, por lo que no espero que dediques demasiado esfuerzo a mis asuntos personales. A través de estas palabras busco expresar las inquietudes que me acosan, las preocupaciones que me mantienen desvelado en las noches y el reclamo que anhela encontrar responso en tu consideración. Comprendo plenamente que, en el vasto panorama de la vida, mi situación puede parecer insignificante o trivial. No obstante, para mí, representa una carga que se ha vuelto insoportable y una realidad que anhelo transformar.


Con inmensa gratitud por tu atención y con la esperanza de que estas oraciones puedan encontrar un lugar en tu corazón, me despido y aguardo, en humildad, cualquier respuesta o gesto de comprensión que puedas brindar. Te agradezco tu comprensión y te insto a aceptar mis más sinceras disculpas.


Considera esto como una carta amistosa (y un tanto irónica) de alguien que, además de enfrentar la mortalidad, tiene que recordarte que las deudas no desaparecen con un chasquido de dedos. Espero que esta solicitud, más que una queja, sea una oportunidad para mejorar nuestro peculiar equilibrio financiero.


Confío en que este llamado de atención te llegue al corazón (y a la billetera) y que podamos resolver este asunto con la misma destreza con la que improvisamos en nuestras divertidas travesías internacionales.


Con aprecio (y con la esperanza de que esta carta no termine siendo otro gasto adicional), En el silencio revelador, yace la constante verdad de que toda alma terrenal es mortal. No olvides nunca a la [Muerte], tu eterna compañera.”


Con humor y cuentas pendientes,


                                                            [La Muerte, el "laburante gil"]

 

 

 Epílogo: "La Muerte, el Sindicato y el Creador"


Aquí me encuentro, en el umbral entre la realidad y la ficción, enfrentando el desafío de darle vida y contexto al cuento que ha emergido de mi imaginación. En este viaje hacia mi propio mundo creativo, me hallo ante una encrucijada intrigante: cómo revelar los secretos del enigmático sindicato celestial y la ubicación misteriosa que lo alberga, sin sacrificar la delicada magia que envuelve mi historia. Navego entre la revelación y el misterio, sopesando cuidadosamente mis palabras.


Soy consciente de que proporcionar demasiados detalles podría restarle el misterio a la correspondencia mágica que he tejido con mis palabras. Por lo tanto, he decidido deliberadamente dejar algunos aspectos al juicio y la imaginación del lector. La dirección precisa del sindicato, el número exacto de piso, ahora yace en manos del que lee. Mi objetivo es mantener viva una atmósfera de enigma, un espacio en el que cada lector pueda explorar y conjeturar por sí mismo.


El sindicato mismo se erige como una enigmática paradoja, un punto de convergencia entre lo divino y lo humano, donde las agravantes laborales de índole celestial encuentran su resonancia. Su ubicación se halla oculta en las grietas entre mapas terrenales y celestiales, enclavado en una esquina desatendida, donde las nebulosas de humo se entrelazan con la avenida de los ángeles caídos. Solo se revela a aquellos que emprenden la búsqueda de justicia en los dominios celestiales.


Ah, la majestuosidad de la Avenida de los Ángeles Caídos, antaño denominada 'Séptima Día', hasta que el mismísimo Creador, en un arranque de inspiración divina, determinó que el comisario necesitaba un descanso perpetuo y con un chasquido, como sueles hacerlo, querido maestro, pasó de comisario de pueblo a ministro de seguridad del frente renovador celestial, que por cierto hoy nos gobierna o más bien dicho, tú nos gobiernas más allá de este sindicato. Y de manera casual, el silencio del comisario y tu habilidad para hacerte el desentendido olímpico, arrastraste con tu ’57 a un angelito que en aquellos tiempos no era más que un ilustre desconocido, el tal Lucifer.


Y ahora que recuerdo, cuando te pregunté por el bulto en el capó, me dijiste que no era nada, que había sido un perro que se te había cruzado por la avenida. Pero vaya perro de dos patas, rojo y con un tridente, ¿verdad? ¡Conoces bien a ese amigo mío! Imagina, en pleno año 0, tú, el pobre Creador, jugando a los bolos celestiales con su propio automóvil, sin percatarse de las consecuencias. Desde entonces, ese ángel incomprendido se alzó como la estrella del inframundo, ¡qué evolución tan sorprendente! Pero dejando a un lado las anécdotas celestiales, prosigamos con nuestro épico epílogo. ¡Detengamos las cítaras y continuemos el relato, que la diversión no termina aquí!


En los esplendorosos cielos, donde los suspiros fluyen y se desvanecen, se erige el tercer piso de las Reclamaciones Laborales. Dentro de un edificio que desafía las leyes de la gravedad y los códigos de la realidad, los trabajadores divinos tienen la ocasión de presentar sus demandas y expresar su insatisfacción ante sus patronos sobrenaturales. Aquí, el orden de la sabiduría tambalea y el propio Creador debe enfrentar las consecuencias de sus elecciones.


Este edificio se convierte en un santuario de burocracia celestial, donde la Muerte, en su búsqueda de justicia en los reinos celestiales, encuentra su espacio. Es el epicentro donde los reclamos laborales se mezclan con el aroma del incienso de la fe y la aparente indiferencia divina. Un lugar que persiste como punto de encuentro para los desamparados y los insatisfechos, donde la disconformidad halla voz. Quienes llegan a la entrada de este recinto celestial son recibidos por una joven esquelética, una secretaria con curvas imponentes pero carente de sabiduría. Esta figura personifica la ironía y el contraste que dan forma a la vida cotidiana. Un recordatorio de que las apariencias pueden ser engañosas y que la competencia no siempre sigue los patrones convencionales.


Sus caderas, más exuberantes que cualquier poesía; su cabello, tan largo como la risa de una letanía; sus pestañas, que envuelven y borran la triste agonía, hipnotizan a los visitantes, mientras su limitado intelecto convierte los reclamos laborales en un espectáculo cósmico. Esta figura esbelta, con senos cautivadores, ha asegurado su posición gracias a motivaciones más oscuras y carnales que a méritos profesionales.


Y así, en medio de efluvios de sensualidad y escasa profundidad intelectual, presento mi reclamo ante el Creador[44] eterno. No me conformo con las migajas que me han sido otorgadas, esas insignificancias que no logran satisfacer ni las necesidades básicas. Exijo respuestas, clamo por una justicia celestial que parece esconderse entre las capas de las nubes. Sin embargo, solo obtengo un ensordecedor silencio y el desdén divino.


En el acto final de mi historia, mi epílogo no busca proporcionar respuestas concluyentes ni atar todos los cabos sueltos. Más bien, invita al lector a adentrarse en la trama y a descubrir sus propias conexiones y significados. La vida cotidiana, con su mezcla de desencantos y contradicciones, se refleja en el relato, y el sindicato celestial se convierte en un símbolo de las instituciones y estructuras que nos rodean, donde la lucha por la justicia y la comprensión nunca cesa. Mi modesta habilidad como autor se manifiesta con elocuencia, tejiendo un relato que se acerca a su conclusión con la sátira de una risa infernal. Pues en la cotidianidad mundana, las injusticias persisten y la lucha por la justicia se convierte en una farsa inminente. La Muerte, esta obrera laboriosa y olvidada, sigue su camino imperturbable, sin vislumbres de un cambio trascendental. ¿Quién no ha sentido, en estos tiempos modernos, el peso abrumador de "La Muerte" en sus propias experiencias?


Y así, con esta reflexión cruda y punzante, doy cierre a mi obra. El epílogo se yergue como un zumbido profundo de la trama, amplificando sus resonancias y profundizando sus matices. He tejido un epílogo que estimula la mente y el corazón del lector, incitándolo a cuestionar, a interpretar y a explorar los vínculos entre la ficción y la realidad, entre la justicia divina y las injusticias terrenales. Con una risa sarcástica que resuena en las páginas, concluyo este epitafio. Mis modestos recursos literarios, casi agotados, y mi percepción cruda de la realidad se unen en una despedida que vibra con el tono desafiante de una risa infernal. Mi narrativa ha explorado las profundidades de la existencia cotidiana, las injusticias que persisten y la lucha constante por la justicia que sigue adelante.


Y así llega el final, sin temor a dejar algunas respuestas suspendidas en el aire, instando al lector a explorar más allá del relato, a forjar sus propias interpretaciones. En las sombras de la cotidianidad, las luces de la esperanza y las preguntas sin respuesta se entrelazan para formar un epílogo que invita a la introspección y la conjetura.


"La muerte, contemplada como la cruda realidad, se erige como la conclusión inapelable de la existencia biológica, un acontecimiento ineludible. En este contexto, la vida se asemeja a un onírico prodigio, fugaz y saturado de vivencias. El temor que suscita la muerte puede germinar de la incertidumbre frente a lo ignoto y la renuncia a la existencia conocida. En síntesis, la dualidad entre la realidad inexorable de la muerte y el ensoñador transitar de la vida puede engendrar aprensión al abandonar lo familiar para internarse en la penumbra de lo incierto." 


Con gratitud y la esperanza de que estas palabras puedan encontrar un lugar en tu corazón, me despido.


Thomas A. Riani

7 de junio de 2023

Mar del Plata, Buenos Aires, Argentina


*Glosario*


[1] EFIMERIDAD: El término se refiere a la cualidad de ser efímero o fugaz, es decir, de tener una existencia breve o pasajera.


[2] El "Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal": es un elemento fundamental en la historia de Adán y Eva en el Jardín del Edén, tal como se relata en la Biblia. Este árbol es mencionado en el Libro del Génesis en el Antiguo Testamento. Su importancia radica en que representa la elección entre obedecer o desobedecer a Dios.


[3] La historia la serpiente, Eva, Adán y la famosa manzana: es un relato bíblico que se encuentra en el Libro del Génesis en el Antiguo Testamento de la Biblia. Esta historia es una parte importante de la creación y la caída del hombre en la teología judeocristiana.


[4] El Gólgota y el Calvario: son dos nombres diferentes pero que se refieren al mismo lugar en la tradición cristiana. Están relacionados con el sitio donde, según la Biblia, Jesucristo fue crucificado y murió.


[5] El REY MIDAS: es un personaje de la mitología griega conocido por su deseo de convertir todo lo que tocaba en oro. Su historia es famosa por ser una advertencia sobre la avaricia y las consecuencias de los deseos desmedidos.


[6] HIMALAYA: es una vasta cordillera en Asia, que se extiende a través de cinco países: India, Nepal, Bután, China (Tíbet) y Pakistán. Es una de las cadenas montañosas más prominentes e icónicas del mundo, conocida por sus paisajes impresionantes, picos imponentes y significado cultural.


[7] "Don Rizos: Expresión utilizada para referirse de manera creativa a una persona hábil en la creación de peinados o estilos capilares. La frase 'el estilista de las nubes' sugiere la capacidad de esta persona para crear peinados únicos o inusuales, incluso superando las expectativas convencionales de la creatividad en peinados."


[8] LÉXICO PORTEÑO: Se refiere al conjunto de palabras, expresiones y giros lingüísticos utilizados en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, y su área metropolitana. Este léxico tiene sus raíces en el español rioplatense, pero también incorpora influencias de otros idiomas, como el italiano y el lunfardo (argot rioplatense).


[9] PUCHO: Término coloquial utilizado en el léxico porteño y otras regiones de habla hispana para referirse a un cigarrillo, especialmente a la colilla o extremo final de un cigarrillo fumado.


[10] COLILLAS: Es el término que se emplea a los restos de cigarrillos que quedan después de fumar.


[11] CIUDAD PORTEÑA: Nombre con el que se conoce a la ciudad de Buenos Aires.


[12] JIDDU KRISHNAMURTI: (1895-1986) fue un filósofo, orador y escritor conocido por sus enseñanzas sobre espiritualidad, autodescubrimiento y la naturaleza de la mente.


[13] La frase "Siempre sufres porque anhelas ser diferente de lo que realmente eres" es atribuida a Jiddu Krishnamurti, un filósofo y escritor indio que se destacó por sus enseñanzas sobre la autoconciencia, la espiritualidad y la liberación personal.


[14] SINDICATO CELESTIAL: Término utilizado para hacer referencia a una organización o entidad ficticia que se encarga de regular y supervisar los asuntos divinos o celestiales.


[15] AVENIDA DE LOS ÁNGELES CAÍDOS: Se refiere a una avenida ficticia que se considera la más importante dentro de un contexto narrativo específico.


[16] MUSANTIER '57: Se refiere a un automóvil rural que presenta similitudes estéticas con el Falcon Rural de Ford y cuenta con un motor similar al del Taunus. 


FORD FALCON: Es un automóvil producido por Ford Motor Company.


FALCON RURAL: Se refiere a una versión del automóvil Ford Falcon que se caracteriza por ser una camioneta familiar de tamaño mediano con carrocería tipo Station Wagon.


FORD TAUNUS: Fue un modelo de automóvil producido por Ford Motor Company.


STATION WAGON: También conocida como familiar o ranchera, es un tipo de carrocería de automóvil que se caracteriza por tener una parte trasera alargada y un compartimento de carga amplio, lo que permite transportar pasajeros y carga en la misma unidad.


[17] ABRAM: En el contexto bíblico, Abram es un personaje destacado del Antiguo Testamento. Posteriormente, su nombre fue cambiado a Abraham. Abram es considerado el patriarca fundador del pueblo hebreo y es reconocido como una figura fundamental en el judaísmo, el cristianismo y el islam.


[18] LA MUERTE: En el contexto de la literatura, el cine y otras formas de narrativa, "La muerte" puede ser un personaje antropomórfico que personifica el fin de la vida y suele ser representado como una figura esquelética o ceñida en una capa negra.


[19] MOISÉS: En el contexto religioso y bíblico, Moisés es un personaje destacado del Antiguo Testamento. Según la tradición judeocristiana, Moisés fue un profeta, líder y legislador del pueblo de Israel en el tiempo de la esclavitud en Egipto. Se le atribuye haber guiado al pueblo de Israel en su éxodo de Egipto, recibiendo los Diez Mandamientos en el Monte Sinaí y conduciendo a su pueblo hacia la Tierra Prometida.


[20] CERRAJERÍA AUTOMOTRIZ SAN JURGO: Taller especializado en la cerrajería automotriz que se encuentra ubicado en la localidad del inframundo.


[21] INFRAMUNDO: En el contexto del cuento, el "inframundo" se refiere a un lugar o reino ficticio que existe debajo del mundo terrenal, asociado con la vida después de la muerte o el ámbito de las almas.


[22] TALLER SAN GABRIEL: El taller se destaca por su reputación y oferta de una amplia gama de repuestos de calidad para satisfacer las necesidades de mantenimiento y reparación de vehículos celestiales.


[23] CATANGO: En Argentina, se utiliza el término "catango" para referirse a un automóvil antiguo o viejo.


[24] MINISTERIO DE LA FE: Edificio donde se encuentra el órgano gubernamental encargado de la religión y la fe en el barrio.


[25] BARRIO DE LOS DESPIADADOS: Nombre del barrio ficticio en el cuento.


[26] AVENIDA DE LOS ENGAÑOS: Principal vía del barrio, donde se encuentran comercios y establecimientos que promueven el engaño y la manipulación.


[27] CALLE DE LAS SOMBRAS: Vía emblemática del barrio, conocida por ser sombría y estar relacionada con actividades ilegales.


[28] Plaza de los Lamentos: Espacio público en el centro del barrio, donde los residentes expresan su dolor y sufrimiento.


[29] SEMIPISO: Tipo de vivienda que el Creador adquiere a través de un acuerdo secreto y manipulativo.


[30] NOFERATUS: En el contexto narrativo específico del sindicato celestial, "Noferatus" se refiere a un personaje que representa a un diablo o ser demoníaco que lucha por el poder en el sindicato celestial.


[31] LUCIFER: En la teología cristiana, Lucifer a menudo se asocia con Satanás o el Diablo. Se cree que fue un ángel de alto rango que se rebeló contra Dios y posteriormente fue expulsado del Cielo. Esta narrativa se basa en pasajes de la Biblia, incluyendo Isaías 14:12-15 y Ezequiel 28:12-19.


[32] INFIERNO: En la teología cristiana, el infierno es visto como un lugar de castigo eterno para las almas que han pecado y se han alejado de Dios. Se describe como un lugar de sufrimiento extremo y separación de la presencia de Dios.


[33] LA SECRETARIA DEL SINDICATO: En el cuento, se describe a la secretaria como la amante del creador, una mujer que se caracteriza por tener poca inteligencia y una figura delgada y atractiva.


**Sin embargo, es importante tener en cuenta que los estereotipos de género y las generalizaciones negativas no son apropiados ni precisos. Cada individuo es único y posee una variedad de cualidades y habilidades. La igualdad de género y el respeto hacia todas las personas son valores importantes en la sociedad actual.


[34] HIJO: En el contexto del cuento, se refiere al vástago del Creador, es decir, Jesucristo. Se trata del personaje que fue crucificado en la cruz hace 2000 años por el ejército romano.


[35] LA SEGADORA LB52-4 1.7HP: En el contexto literario o de ficción, se refiere a un objeto o herramienta que se menciona en una historia donde la Muerte es un personaje. Según la trama, la Muerte busca cambiar su guadaña.


[36] "HECHO EN VIETNAM": es una etiqueta o inscripción que se encuentra comúnmente en productos para indicar que el artículo fue fabricado o producido en Vietnam.


[37] ORDINOLANDIA: Un término utilizado para referirse a un lugar ficticio o imaginario donde predomina la monotonía, la rutina y la falta de originalidad.


**En algunos contextos, "Ordinolandia" también puede utilizarse para señalar críticamente una sociedad o entorno que carece de diversidad y en el que se valora la uniformidad y la conformidad en lugar de la singularidad y la autenticidad.


[38] CONTRATOS SUSURRADOS: Documentos legales y acuerdos que se pactan en un tono de voz apenas audible, manteniendo la privacidad y confidencialidad.


[39] SAN PEDRO: En un contexto narrativo específico, San Pedro puede recibir el apodo de "Santo Usurero", debido a su participación adicional en actividades económicas, como las cadenas de cuevas prestamistas. En esta interpretación ficticia, se le atribuye el papel de otorgar préstamos y exigir el pago de cuotas a aquellos que han contraído deudas.


**Es importante tener en cuenta que la representación de San Pedro como "Santo Usurero" es una adaptación ficticia y no corresponde a su imagen tradicional dentro de la fe cristiana.


[40] ÁNGEL: En la historia narrada, Ángel es el dueño de la tintorería donde la Muerte lleva su túnica y ha acumulado una deuda en estos últimos días.


[41] BANCO DEL SILENCIO: Institución financiera ficticia que lleva ese nombre peculiar y enigmático.


[42] PARCA: El término se deriva de la mitología griega y se utiliza para referirse a una de las tres Moiras o Parcas, las deidades del destino y la Muerte.


**Ambos términos, "Huesuda" y "Parca", son utilizados como sinónimos de la Muerte y se emplean para personificarla en diferentes contextos literarios, artísticos o culturales.


[43] HUESUDA: El término es un apodo o nombre coloquial utilizado para referirse a la Muerte.


[44] EL CREADOR: En diferentes contextos, se refiere a una entidad o ser divino que se considera responsable de la creación del universo, la vida o el mundo en general. En muchos sistemas de creencias religiosas y mitológicas, "El Creador" es visto como una deidad suprema que trasciende el espacio y el tiempo, y se le atribuye el poder de dar origen a la existencia.


 [45] El Jardín del Edén: es un concepto religioso que se menciona en la Biblia, específicamente en el libro del Génesis. Según la narración bíblica, el Jardín del Edén es un lugar paradisíaco creado por Dios para el primer ser humano, Adán, y la primera mujer, Eva. Es un entorno lleno de belleza y abundancia, donde se encuentran árboles frutales, ríos y animales.


[46] "Aelia Capitolina": fue el nombre que el emperador romano Adriano dio a la ciudad de Jerusalén en el año 135 d.C., después de una revuelta judía en la región.


[47]Jerusalén: es una ciudad antigua y sagrada que desempeña un papel crucial en varias religiones, incluyendo el judaísmo, el cristianismo y el islam. Se encuentra en Oriente Medio, específicamente en la región montañosa de Judea, entre el mar Mediterráneo y el mar Muerto. Es la capital de Israel y una de las ciudades más importantes en la historia y la cultura del mundo.


[48] Los Diez Mandamientos, también conocidos como los Mandamientos de la Ley de Dios, son un conjunto de principios éticos y religiosos fundamentales en el judaísmo y el cristianismo. Estos mandamientos son considerados por muchas personas como directrices morales divinamente reveladas.


[49] La Biblia: se refiere a la piedra en la que los Diez Mandamientos fueron inscritos como "las tablas de la Alianza" o simplemente "Las Tablas de la Ley". Estas tablas eran dos placas de piedra que contenían los mandamientos dados a Moisés por Dios en el monte Sinaí. En el libro del Éxodo de la Biblia, se menciona que estas tablas fueron hechas por Dios y entregadas a Moisés como una representación de la alianza entre Dios y el pueblo de Israel.


[50] "El Taller de las Miradas Divinas", una de las mejores ópticas del cielo, donde incluso los ángeles eligen sus lentes con estilo celestial. ¡Quién iba a pensar que hasta en el paraíso encontraríamos la perfección de la visión!


[51] El Big Bang es el modelo cosmológico predominante que describe el origen del universo. Sugiere que el universo comenzó como una singularidad, un punto de densidad y temperatura infinitas, hace aproximadamente 13.8 mil millones de años. Desde entonces, ha estado expandiéndose y evolucionando. Esta teoría está respaldada por diversas evidencias científicas, como la radiación de fondo de microondas cósmicas y el corrimiento al rojo observado en galaxias distantes.


[52] "Loricas": es un término que hace referencia a las diversas piezas de armadura utilizadas por los soldados romanos para protegerse en combate. Estas armaduras eran esenciales en la antigua Roma, proporcionando una defensa vital en el campo de batalla. Entre las variantes más conocidas se encuentran la "lorica hamata", una cota de malla compuesta por anillos entrelazados que ofrecía flexibilidad y protección contra cortes y estocadas; la "lorica segmentata", una armadura segmentada compuesta por placas de metal articuladas que ofrecía una mayor protección contra golpes contundentes; y la "lorica squamata", una armadura compuesta por escamas de metal superpuestas, que proporcionaba una protección efectiva y una apariencia distintiva.


Estas loricas no solo protegían a los soldados romanos de heridas mortales en la batalla, sino que también constituían una parte crucial de su identidad y prestigio militar. La elección de la lorica adecuada dependía del tipo de amenaza esperada en el campo de batalla y de las preferencias individuales del soldado. En conjunto, las loricas representaban la destreza artesanal y la ingeniería militar avanzada de la antigua Roma, y su uso era una parte integral de la estrategia y la táctica militar romana.


[53] Sísifo: En el glosario del viaje épico, Sísifo es el héroe condenado a una tarea sin fin. Su historia es la de la lucha constante, empujando una pesada roca cuesta arriba solo para verla caer una y otra vez, en un ciclo perpetuo de esfuerzo y frustración.


[54] Tánatos: En el glosario del viaje épico, Tánatos es la personificación de la muerte. Siempre presente, acecha en las sombras, recordándole a los protagonistas su destino final y la fragilidad de la vida.


[55] Hades: En el glosario del viaje épico, Hades es el soberano del inframundo. Gobierna sobre el reino de los muertos, un lugar de misterio y destino final, donde las almas encuentran su morada después de la vida.


[56] Perséfone: En el glosario del viaje épico, Perséfone es la reina de la primavera y esposa de Hades. Su historia entrelaza el mundo de los mortales con el reino de los muertos, ofreciendo una promesa de renovación incluso en los confines más oscuros del inframundo.


[57] Etz HaChayim (עץ החיים): En hebreo, este término se traduce como "Árbol de la Vida". Según la narrativa bíblica del Libro del Génesis en la Biblia hebrea, el Etz HaChayim era uno de los dos árboles especiales plantados en el Jardín del Edén. Se le consideraba un símbolo de la vida eterna y se le asociaba con la inmortalidad. Según la tradición, Adán y Eva tenían acceso a comer de este árbol antes de su expulsión del Edén. Su significado simbólico trasciende la mera existencia física y representa la conexión con lo divino y la continuidad de la vida más allá de la muerte física.


"זה הסוף" (ze hasof)

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