Topografía íntima

"De un latido dividido"


I. El Umbral del Decir

Quisiera hablarte íntimamente a la desnudez que las palabras amorosas saben dar, allí donde la distancia se transmuta en un consuelo ambiguo, casi un refugio involuntario para quienes aún no dominan el arte de quedarse.

Quisiera hablarte íntimamente a la desnudez que las palabras amorosas saben dar, porque en tus ojos el instante no se extingue, sino que adopta una fragilidad que obliga al tiempo a detenerse como si temiera quebrarte.

Quisiera hablarte íntimamente a la desnudez que las palabras amorosas saben dar, cuando el silencio —ese cómplice milenario— decide posarse en tus labios para recordarme que lo tenue también puede ser irrevocable.

«Aquí se aprende a nombrar la ausencia como si fuera un gesto más de ternura.»

II. La Cámara del Pulso

Quisiera hablarte íntimamente a la desnudez que las palabras amorosas saben dar, para contarte que la vida solo se deja gozar cuando palpita, cuando su latido perfora las capas de duda que uno acumula para no sentirse tan expuesto.

Quisiera hablarte íntimamente a la desnudez que las palabras amorosas saben dar, porque en el territorio interior donde guardo tus recuerdos, toda distancia se revierte en un mapa inexacto: cada ruta conduce hacia ti, aunque me esfuerce por extraviarla.

Quisiera hablarte íntimamente a la desnudez que las palabras amorosas saben dar, y admitir que algunos sentimientos no se nombran, se padecen: vibran con una insistencia que la razón observa con recelo, como si sospechara de su propia incapacidad para resistirlos.

«El pulso reclama su derecho a la verdad: no quiere explicaciones, solo latir.»

III. El Retorno a la Sombra Luminosa

Quisiera hablarte íntimamente a la desnudez que las palabras amorosas saben dar, para confesar que tu mirada opera como un pliegue del mundo, un umbral donde lo que soy se reorganiza sin mi permiso.

Quisiera hablarte íntimamente a la desnudez que las palabras amorosas saben dar, porque en cada abandono que me promete la distancia descubro una forma inesperada de presencia: tu eco persiste, aun cuando yo intento deshabitarlo.

Quisiera hablarte íntimamente a la desnudez que las palabras amorosas saben dar, para que entiendas que regresar —si nos es concedido regresar— no será reconstruir lo perdido, sino aferrarnos al instante que se rehúsa a morir cuando te miro.

«Volver no repara; transforma: nos vuelve el mismo y otro a la vez.»

— Thomas A. Riani


Comentarios

Entradas populares de este blog

CONCURSOS: CONCURSOS DE CUENTOS Y DE CUENTOS INFANTILES 2023