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"Un consuelo extraño..."

  El todo en nombre del propio todo Epígrafe «Quien se asoma demasiado a sí mismo descubre que no hay profundidad, sino un eco burlón devolviendo la misma pregunta, como si el alma fuese un templo vacío que insiste en fingirse sagrado.» I. El cuerpo como ensayo del pensamiento No escribo: mezclo. Ensayo a ciegas un fatalismo tibio que tantea lo luminoso; una ironía que reza sin dioses; un humor clandestino que intenta apiadar el dolor ajeno para dejar constancia de que estuve, aunque sea de costado. Escribo para que el todo no se esfume en nombre de su propia grandilocuencia, ahora que hasta el silencio—ese maître volátil—empieza a desconfiar y a soltar chirridos insinuantes como cubiertos mal lavados en la vajilla de mi interior. Mi estómago, peregrino elocuente y temperamental, es el primero en levantar la voz: un saco muscular que, privado de su liturgia nocturna, me recuerda con cada onda peristáltica que la nostalgia también puede ser un ácido. Extraña la cena...

Se Necesita Futuro (Yo Pongo el Cuerpo)

  Todavía tengo el alma joven, si el corazón no me falla… Clasificado existencial publicado en el Diario de la Vida Misma Autor: Thomas A. Riani Se ofrece hombre en búsqueda. Pero no se engañen: no solo busco trabajo. Busco un pedazo de mundo donde respirar no sea un trámite, donde la rutina no venga con instrucciones para volverse estatua y donde uno pueda equivocarse sin que le descuenten del sueldo las veces que el alma se le fue a pasear sin permiso. Edad: En años, podría decir la cifra exacta. Pero prefiero aclarar que tengo la edad justa para haber aprendido a desconfiar de los calendarios. La edad suficiente para que el cuerpo haya empezado a negociar treguas, y el espíritu siga presentando batalla como si aún creyera que los milagros son un oficio posible. Estado general: En funcionamiento. Con detalles. Pero en funcionamiento. El corazón hace ruidos como de vieja locomotora, pero todavía tira. Y el alma… bueno, el alma todavía juega a las escondidas ...
Para curiosear ASI ERAN LOS INTELECTUALES CORRENTINOS EN LAS ULTIMAS DECADAS DEL SIGLO XX Este artículo de Marily Morales Segovia, publicado en la revista digital correntina "Momarandú", hablando de sus amigos intelectuales de finales del Siglo XX nos muestra a una galería de artistas correntinos, dignos personajes de una película de Buñuel o de Alejandro Jodorowsky. https://www.momarandu.com/notix/noticia/39475_manino-acevedo-y-chocoto-das-de-vivar-por-marily-morales-segovia.htm

Del Celular...

 CÓDIGO SUPREMO DE LA PASIÓN, LA HERIDA Y EL FUEGO DIGITAL  Promulgado en la madrugada donde el alma todavía insiste en latir. PREÁMBULO Considerando que el mundo ha confundido el tacto con una pantalla y que los corazones se han vuelto notificaciones mal entregadas, se establece este Código para preservar lo último que no se ha rendido: la llama que arde incluso dentro del fracaso, la mirada que sangra verdad, la pasión que se niega a morir, y esa memoria antigua donde ella —sí, ella— sigue encendiendo mi sangre hasta las carnes temblorosas de mi propio derrumbe. TÍTULO I — DEL DOLOR ANTIGUO QUE AÚN MUEVE LAS MANOS Artículo 1 — De la Permanencia del Fuego Ella todavía incendia mis venas, aunque mi derrota sea un territorio ya calcinado. Arde en el fondo oscuro donde mi carne cansada guarda lo que Schumann habría llamado “la nota que duele incluso cuando calla”. Su perfume, ese fantasma dulce y cruel, invade las cosas que dejé olvidadas de mí mismo, y cada objeto murmura un ré...

Topografía íntima

"De un latido dividido" I. El Umbral del Decir Quisiera hablarte íntimamente a la desnudez que las palabras amorosas saben dar, allí donde la distancia se transmuta en un consuelo ambiguo, casi un refugio involuntario para quienes aún no dominan el arte de quedarse. Quisiera hablarte íntimamente a la desnudez que las palabras amorosas saben dar, porque en tus ojos el instante no se extingue, sino que adopta una fragilidad que obliga al tiempo a detenerse como si temiera quebrarte. Quisiera hablarte íntimamente a la desnudez que las palabras amorosas saben dar, cuando el silencio —ese cómplice milenario— decide posarse en tus labios para recordarme que lo tenue también puede ser irrevocable. «Aquí se aprende a nombrar la ausencia como si fuera un gesto más de ternura.» II. La Cámara del Pulso Quisiera hablarte íntimamente a la desnudez que las palabras amorosas saben dar, para contarte que la vida solo se deja gozar cuando palpita, cuando su latido perfora las capas de duda qu...

Al tiempo su eternidad; al hombre, lo que jamás se le revela

  “El vendedor que perdió el uniforme” por Thomas A. Riani Nunca pensé que el final de mis días en la cadena mayorista —esa que no voy a nombrar, pero cuyo logo parecía reírse de mis ojeras— iba a ser tan abrupto. Me llamaron a la oficina, me ofrecieron una silla que parecía diseñada para arrepentirse sentado, y me informaron, con tono de publicidad barata, que ya no “encajaba con la filosofía de la empresa”. Yo, que vendí desde ventiladores que parecían helicópteros frustrados hasta frazadas que daban frío, quedé desempaquetado, discontinuado… liquidado. Salí con mi caja de cartón a esperar el colectivo. Un nene, con un alfajor como escudo, se me acercó y se sentó sin pedir permiso. —¿Te echaron? —preguntó con la sinceridad que solo existe antes de los diez años. —Digamos que me soltaron al universo —contesté. Él me observó un rato, pateando piedritas. —Mi papá dice que el dinero sirve para todo. Me reí. Ah, la fe infantil en los billetes. —Mirá, nene… yo vendía lámparas...

"Lo que cede el silencio, lo reclama el alma"

  Que si debo… "La renuncia tiene memoria..." Que si debo callar, trago el filo de mis propias palabras, como si mantenerlas cautivas evitara que el mundo se rompiera un poco más. Que si debo mirar, sostengo la vista allí donde otros la retiran, en ese paisaje de dolor donde todos pasan de puntillas fingiendo que no hay nada que ver. Aprendí que hay silencios que no protegen, sino que consumen; que aceptar el segundo lugar no es humildad, sino desgaste; que uno puede acostumbrarse a vivir desde afuera, mirando la vida ajena como si la propia no exigiera su sitio. El tiempo se vuelve barato cuando se regala, la voz se evapora cuando siempre queda para después, y el corazón… el corazón se entrena para llegar tarde a todo lo que un día quiso a tiempo. Y aun así, incluso cuando todo parece reducido a sombras y restos, hay algo que no cede: la dignidad. No discute, no suplica, no dobla la cabeza. Cuando entiende que no la ven, simplemente se marcha. Y en su ausencia, deja un ec...